La Lepidochelys olivácea más conocida como «Tortuga Golfina»; se ha convertido en un símbolo de identidad de las comunidades costeras del sur de Honduras y su protección se ha hecho indispensable para intentar contrarrestar el proceso de extinción. Es por ello que durante los años 70, la Secretaria de Recursos Naturales Renovables (RENARE) a través de la Dirección de Caza y Pesca, creó el Proyecto de Conservación de la Tortuga Golfina. Dicho proyecto consiste en luchar contra los problemas que atentan al bienestar y supervivencia de esta hermosa especie que habita en las costas del país.
Cada año a inicios de septiembre, los habitantes del sur de Honduras observan la llegada de cientos de tortugas en el Golfo de Fonseca para desovar. En su breve visita en las playas costeras, cada tortuga deja aproximadamente 80 a 120 huevos, ya que tarda unos 45 días en eclosionar.
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Sin embargo, estás tortugas corren varios riegos tales como; comercialización de los huevos como productos afrodisíacos y constantemente sus nidos son tacados por animales, impidiendo que muchas no lleguen nacer, el transporte marino internacional y la contaminación llegan a afectar su ciclo de vida natural y salud. Es por ello que son catalogadas como “vulnerables” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Tortuga Golfina: 5 campamentos tortugueros
Estos campamentos tortugueros se encuentran ubicados en el municipio de Marcovia, Choluteca; específicamente en: Cedeño, Boca de Rio Viejo, Carretales, Punta Ratón y Punta Condega, comunidad de El Venado.
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La Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA), decreta en septiembre 25 días de veda; durante los cuales se prohíbe consumir y comercializar los huevos de tortugas, para evitar que la población de tortugas Golfinas siga disminuyendo.
Cabe destacar que en El Venado se ha hecho vigilancia durante 20 años; cuando se dieron cuenta que “apenas venían tortugas a desovar”, ha comentado Enrique Vijil, presidente fiscalizador del Comité de Protección de Tortugas Golfina.
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Hace varios años atrás los habitantes de los 5 campamentos tortugueros se organizan en auténticas brigadas para patrullar las playas y recoger los huevos que las tortugas abandonan a su suerte; moviéndolos a unos viveros que vigilan 24 horas al día, a la espera de que nazcan las nuevas tortugas del golfo.