Honduras es un santuario de biodiversidad, teniendo ecosistemas ricos y variados. Nuestras costas no son la diferencia. Los pobladores del El Jaguar en La Ceiba avistaron un tiburón nadando cercano a las costas, para gran sorpresa de todos. Contrario a lo que podría parecer, un avistamiento de tiburones es una buena señal.
Esta zona de La Ceiba es famosa por sus avistamientos de delfines, quienes viven y se alimentan mar adentro. Sin embargo, debido a la poca actividad humana por la pandemia, algunos peces más grandes han hecho su camino hasta las costas, entre ellos los tiburones.
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Parte vital del mar
Para la hondureña bióloga marina Gabriela Ochoa, esto es señal de un ecosistema saludable. El territorio de Honduras es considerado santuario de tiburones desde 2011, a través de un decreto que prohíbe su pesca y explotación.
Los tiburones no solo mantienen el ecosistema marítimo balanceado sino que son un gran atractivo para los turistas. Al punto que en Roatán se puede bucear con ellos.
Estos animales, a pesar de ser imponentes cazadores marinos a los humanos habitualmente no les presentan ninguna amenaza ya que son animales en realidad tímidos y nos tienen más miedo a nosotros que nosotros a ellos. Aunque, por supuesto, hay que respetarlos por ser criaturas salvajes y poderosas.
Es por esta razón que, su avistamiento en La Ceiba es tan peculiar. Hay una gran variedad de ellos en las costas y arrecifes hondureños. Los más comunes son los tiburones enfermera que miden entre 2.5 y 4.3 metros, los tiburones de arrecife que miden 2.5 metros y el tiburón martillo que puede llegar a medir 4 metros.
Los tiburones, quienes ven sus poblaciones afectadas por el cambio climático, son una parte esencial de la vida marina y el balance de la naturaleza. Mantienen los hábitats de algas y los arrecifes de coral. Protegerlos es proteger el hermoso patrimonio natural de nuestro país.
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