Debido a la pandemia del Coronavirus, el tránsito de embarcaciones es casi nulo. Por lo cual la contaminación acústica marina ha disminuido, lo que le ha devuelto la paz a la vida de muchos peces. Esta noticia la dieron a conocer científicos canadienses a través de un estudio que revelaron a un medio de comunicación internacional.
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Los especialistas canadienses de la Universidad de Dalhousie, se centraron en captar sonidos cercanos a los 100 hercios (Hz) porque esta frecuencia tiene efectos en los mamíferos marinos. Y desde el primero de enero del presente año hasta el primero de abril ha habido una caída constante en el ruido. Así lo explicó el oceanógrafo David Barclay, autor principal del documento.
En Honduras: Roatán, San Lorenzo, y Puerto Cortez, son los lugares que reciben embarcaciones a diario. Pues nuestro país es bañado por los dos océanos más grandes del mundo. Por lo tanto, la vida marina hondureña también está siendo beneficiada con este efecto positivo.
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Contaminación acústica, una amenaza invisible
Muchos desconocen la contaminación acústica marina, pues los humanos no la vemos y tampoco la escuchamos en nuestro diario vivir. El ruido que generan las embarcaciones, está interrumpiendo la comunicación de diversas especies marinas poniendo en peligro su existencia.
¿Por que pone en peligro a las especies marítimas? Debido a que los peces se comunican a través de sonidos, los barcos al navegar por los mares, generan una gran cantidad de ruido que rompen con las comunicaciones de estos animales marinos. Lo que causa el varamiento de numerables peces. Por lo que muchas veces vemos a ballenas u otros animales en las playas, haciendo que abandonen su hábitat o incluso pueden morir.
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Pero con esta noticia, nos da un respiro a los amantes de la naturaleza y a los mismos afectados. La disminución de la contaminación acústica ha llevado a que especies que se encontraban en peligro de extinción hayan nacido de nuevo.
Por su parte, la ecóloga marina Michelle Fournet, de la Universidad de Cornell (EE.UU.), afirmó que el ruido de los barcos está relacionado con el estrés crónico y la disminución de la comunicación en algunos cetáceos y recordó que hay generaciones de ballenas jorobadas que «nunca han conocido un océano tranquilo».