El juego de pelota en llamas de la antigua civilización maya fue una peligrosa y emocionante práctica ancestral que se vivió en Copán Ruinas.
Este deporte consistía que tres jugadores de cada equipo luchaban para anotar la mayor cantidad de puntos solamente con un bastón de madera resiste al fuego, ya que el balón que ellos usaban era de látex recogido del árbol conocido como castilla que luego le prendía fuego para arrancar con esta competencia que simbolizaba para ellos una lucha de poder y respeto.
Un juego con reverencia espiritual
Para iniciar el partido cada jugador debía esperar la entrada de un chamán (el contacto directo con el mundo de los espíritus), él siempre antes de iniciar con este deporte presentaba una reverencia a los dioses en los que ellos creían: Ah Mun – dios del maíz; Ahau Kin – dios del sol; Ah Muzenkab – dios de las abejas y la miel; Bolon Dzacab – dios relacionado con los linajes reales; Buluc Chabtan- dios de la guerra y de los sacrificios humanos; Chac – dios de la lluvia; Chac Bolay – dios jaguar del inframundo; Ek Chuach – dios de los mercados; Itzamná – dios del cielo y Ix Chel – diosa luna. Por esta razón, a los mayas se les consideraban como politeístas por sus creencias en estos dioses.
Cada jugador al momento de la reverencia se arrodillaban y levantaban su bastón a los dioses, mientras que el shaman extendía al cielo un jarrón de barro lleno de fuego, era la manera apropiada para encender el fuego de la pelota y dar inicio al juego.
Acciones del partido
Las reglas eran simples. En un campo rectangular la pelota debía cruzar la línea de meta del lado contrario cuidando en todo momento su integridad física, ya que al golpear el balón con el bastón ellos corrían con el riesgo de quemarse y esto les podía ocasionar graves quemaduras en su cuerpo.
Este juego era considerado muy peligroso tanto para los jugadores como para los espectadores, por ello, todos tenían que estar concentrados a los movimientos del balón y así evitar accidentes.
Shaman no solo cumplía el papel de iniciar el juego también era el juez del partido, él era el responsable observar que el balón con fuego no cruzará del campo con más de un metro en el aire, de ser así el dictaba el punto como nulo.
Los puntos solo podían ser invalidados si el balón con fuego cruzaba el campo con más de un metro en el aire, de esta forma el shaman que era el juez del encuentro dictaba el punto como nulo.
También lea: Copán Ruinas fue declarada como “Pueblo con Encanto”
Aún no se termina el juego
En la actualidad este juego continúa practicándose no como en la época de los mayas que era un acto de respeto, ahora lo hacen como una presentación de entretenimiento demostrando el valor y significado que era para esta antigua civilización mesoamericana.
Los hondureños que asumen este reto de interpretar este juego utilizan uniformes coloridos con varios elementos de protección para el cuerpo, aunque los mayas se presentaban en el juego solo con taparrabos, porque su mayor gala era su rostro porque a través de su maquillaje interpretaba diferentes animales sagrados para ellos.
Lo único que han logrado conservar como tal, es el traje típico que usaba el shaman que consiste en una extravagante mascara, una capa, un taparrabos y collares.