Los hondureños tenemos que sentirnos orgullosos, y es que el portal de noticias BBC Mundo ha publicó un interesante artículo: Las leyendas de Amapala, la olvidada capital de Centroamérica por la que dicen que pasaron el pirata Drake y Albert Einstein.
En esta nota resalta que Amapala es la principal población de la Isla del Tigre, un pequeño pedazo de Honduras en el golfo de Fonseca y sede del principal puerto del país en el océano Pacífico hasta finales de la década de 1970.
Además, fue capital de la República Mayor de Centroamérica y, según la leyenda, guarida del pirata inglés Francis Drake y hasta hogar temporal de Albert Einstein.
Durante varios años también fue mencionada como el más probable punto de partida para un ambicioso y polémico esquema de desarrollo que, según sus críticos, permitiría el intercambio de inversiones por soberanía. Así lo relata este portal digital.
Mucha historia -y muchas ambiciones- para una somnolienta isla de apenas 75 kilómetros cuadrados y una tranquila población con nada más una docena de calles donde la luz se va con pasmosa regularidad.
Pero esto no es todo… en el artículo también comenta acerca de la “guarida de piratas”
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«Guarida de piratas»
Que Amapala no es un lugar cualquiera se nota incluso antes de llegar al muelle donde atracan las modestas lanchas que van y vienen desde Coyolito, la aldea de pescadores que es su puerta de entrada al resto de Honduras.
Las imponentes casonas que se alzan sobre su malecón, que poco a poco han ido siendo restauradas a su gloria original, sugieren que este fue un lugar de cierta importancia por el que circulaba abundante dinero.
Ubicadas como están al pie de un volcán extinto, cubierto por una frondosa vegetación y casi siempre coronado de nubes, completan una hermosa y pintoresca postal que parece congelada en el tiempo.
La isla también puede presumir de ser el lugar más tranquilo de Honduras, un verdadero oasis de paz en uno de los países más violentos del mundo.
Según algunas teorías, el nombre de Amapala proviene del potón, un dialecto de los indígenas de la zona en el que significaría «cerro de culebras».
Otros dicen que significa «cerca de los amates» en lengua náhuatl. Mientras que lo de isla «del Tigre» es una referencia a Sir Francis Drake.
O al menos esa es la versión que manejan los isleños y la que está consignada en el museo local, un espacioso cuarto lleno de referencias a un pasado que el gobierno hondureño, tal vez sin darse cuenta, pareciera interesado en repetir.
Ahí, en el segundo piso del viejo edificio de la aduana, la portada de un «reporte preliminar» publicado en 1854 da cuenta del proyecto de ferrocarril interoceánico que en los últimos años ha vuelto a ser de actualidad.
A pocos pasos, otra lámina afirma que en 1579 Francis Drake convirtió a la Isla del Tigre «en su guarida y punto de refugio y descanso después de asolar con sus correrías vandálicas todos los puertos que estaban establecidos a lo largo de las costas del Pacífico».
«Los indígenas de la zona empezaron a llamarle a la isla ‘Tecuantepetl’ o ‘Cerro del Tigre’, porque ellos calificaban así a Drake y sus hombres, como unas fieras salvajes y sanguinarias», se explica en la lámina, donde se afirma además que no se descarta que el pirata hubiera enterrado ahí parte de sus tesoros.
Tampoco falta quien afirme que Drake mantuvo amores con una mujer de Amapala, aunque la evidencia de esa y otras conexiones es, cuando menos, escasa.
El mito de Drake
Uno de los mitos que guarda esta isla, es que sirvió como refugio al pirata Francis Drake, y es que “los supuestos vínculos entre Amapala y Drake parecen tener como principal fuente al arqueólogo y diplomático estadounidense E.G. Squier, autor del mencionado reporte sobre el ferrocarril interoceánico que durante un tiempo fue Encargado de Negocios de EE.UU. en tierras centroamericanas”
Squier escribió que «la Isla del Tigre le sirvió de cuartel general y depósito a Drake, y a otros aventureros piratas, durante sus operaciones en los Mares del Sur».
El marinero inglés, sin embargo, solamente navegó por el océano Pacífico en una oportunidad, durante su famoso viaje alrededor del globo (1577-1580).
Y aunque muchos de los lugares exactos en los que atracó siguen siendo objeto de investigación y polémica, es ampliamente aceptado que su paso por las costas del Pacífico centroamericano apenas tomó poco más de un mes.
Eso, sin embargo, no significa que Amapala no fuera utilizada como guarida de piratas y que eso inspirara el actual nombre de la isla a la que los españoles bautizaron como Petronila.
De hecho, hay registros del paso y estancia de numerosos bucaneros como Edward Davies, John Eaton, William Knight, Peter Harris, Francois Groignet, Pierre Le Picard y, sobre todo, William Dampier.
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Capital centroamericana
Mucho mejor documentado está todo lo que pasó en Amapala después: para 1834 el gobierno de la recién independizada Honduras ya había ordenado la construcción de un puerto en la isla, que 12 años más tarde entregó enconcesión al comerciante italiano Carlos Dárdano.
Y para la visita de Squier, a inicios de la década de 1850, el puerto ya mantenía «comercio directo con Bremen, Liverpool, Marsella, Génova, Nueva York y Valparaíso», según el relato del explorador.
También fue en Amapala donde en 1895 los gobiernos de Honduras, El Salvador y Nicaragua firmaron el tratado de creación de la República Mayor de Centroamérica.
Aunque el intento unionista rebautizado como Estados Unidos de Centroamérica en 1898, no logró sobrevivir a un golpe de estado en El Salvador y se disolvió, sin pena ni gloria, a finales de ese año.
Lo que tal vez explica por qué, para impresionar a los turistas extranjeros que de vez en cuando visitan Amapala, Enrique Humberto Rodríguez no destaca tanto ese efímero honor, pero sí sus vínculos con personajes como Drake y Einstein.
Los «tres días de Einstein»
Amapala sin duda, fue un importante punto de comercio, pero resulta fascinante la idea de pensar que el importante físico alemán, Albert Einstein pisó la isla de Amapala.
Y es que la encargada de la oficina de turismo, Isela Torres asegura que «En la época de los alemanes tuvimos la visita de Albert Einstein. Pernoctó una noche en Amapala»
«Tres días estuvo de descarga el barco aquí y durante esos tres días él fue huésped en la Casa Uhler, porque la Casa Uhler hospedaba en la parte de arriba solo a europeos: suizos, alemanes, franceses…», dice de la casa comercial que tenía su sede en la vivienda esquinera de color verde que se alza a unos pocos metros del muelle.
El mito resulta tornarse verdadera pues la respuesta está en los archivos personales del físico alemán que se conservan en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
En una postal dirigida al profesor Max Born y su esposa, el nombre de Amapala está claramente escrito con todas sus letras. «Amapala, ¡en Honduras! Por eso es que no habían recibido mensajes nuestros», se lee en la misiva, firmada por Einstein y su esposa, Elsa.
La postal, sin embargo, está fechada el 29 de diciembre de 1931, casi ocho años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Estos mitos son parte de la apuesta por el turismo como posible motor de desarrollo de la Isla del Tigre, cada vez es más fuerte y cada Semana Santa miles de hondureños la utilizan de balneario.
«22 (de diciembre). 8 de la mañana llegamos a la bahía de Honduras. Anclamos en la ‘Isla del Tigre'», se lee en el diario cuidadosamente llenado por Einstein durante el viaje que lo llevó por segunda vez a Pasadena en diciembre de 1931 para una de sus tres temporadas en Caltech, el Instituto de Tecnología de California.
«Impresionante bahía de aguas azules en medio de muchas islas volcánicas, verdes sobre marrón», es la descripción que hace del golfo de Fonseca.
«Nos quedamos hasta mediodía, porque había que descargar. Un francés y una mujer de Bremen nos visitaron a bordo. Los nativos tienen todos sífilis, pero algunos malaria. 36 grados a la sombra. Gran volcán con una nube de ceniza eterna visible por un buen rato a la partida. Escena indescriptiblemente pintoresca», concluye la entrada.
La siguiente, fechada a la 01:00 am del 23 de diciembre, da constancia de la llegada de su barco al puerto salvadoreño de La Libertad.
Texto tomado de BBC Mundo: