El casco histórico de Tegucigalpa hospeda a Chinda Díaz, un memorable mercadito que con el transcurso de los años ha atrapado a varias generaciones capitalinas, esto es por el hipnotizante sabor y textura de su tradicional pan casero.
Probablemente Chinda Díaz haya sido el lugar donde nuestros abuelos se reunieron en algún momento con sus amigos para pasar la tarde o al menos una vez nuestros padres entraron en búsqueda de unas ricas rosquillas, semitas con orilla o bollitos. Lo ciertos es que este lugar ha sido el paraíso para los amantes del pan casero por décadas.
Desde 1960 este negocio ha venido ofreciendo bollitos, quequitos de vanilla, deditos de yema, entre otros, que se pueden disfrutar con una taza de café o con un refresco como tradicionalmente las personas lo piden. Los clientes les gustan visitar este mercadito porque es un lugar acogedor y además los precios de cada pan casero son muy accesibles, es decir con 20 lempiras se puede comer en este negocio capitalino.
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Desde su apertura Chinda Díaz se ha caracterizado por ser un lugar hospitalario, los hondureños que laboran cerca de este lugar siempre se dan una vuelta para comerse un delicioso pan casero que desde horas tempranas están abiertas las puertas.
Sin duda, este es un lugar histórico que ha visto el cambiar de Tegucigalpa por más de cinco décadas y que alberga el soñar de su creadora Gumercinda Mendoza, «La Chinda Díaz».