El arte público da cuenta de la riqueza histórica y cultural de un país, y también de la ignorancia.
Tegucigalpa es un ejemplo de ello. La capital hondureña tiene la dicha de poseer más de 70 esculturas que rinden homenaje a los héroes nacionales, intelectuales y a otras figuras que marcaron el rumbo de otras naciones, pero la gente ignora su valor, porque desconoce la importancia que tiene el arte en la construcción de una nación.
En el transcurso del tiempo estas figuras elaboradas en piedra, mármol o bronce han caído en el olvido; el sol, el aire y la lluvia deja sus estragos, y también la mano del hombre, porque algunas han sido vandalizadas.
Entre los creadores de estas figuras que engalanan diferentes áreas de la ciudad están el maestro hondureño Mario Zamora y el francés Léopold Morice, cuyo legado pertenece a todos los habitantes del Distrito Central.
Al rescate del arte público
Algunos de estos monumentos son catalogados como patrimonio de la ciudad, puesto que son obras centenarias y emblemáticas que se convierten en homenajes a la historia. Para el caso, en 1882 el expresidente de Honduras, Marco Aurelio Soto, determinó dejar un legado de obras escultóricas en la ciudad, para embellecerla y recordarle a sus habitantes las conquistas de los héroes nacionales que quedarían inmortalizados en estas piezas.
Pero los habitantes no han valorado ese legado, algunos incluso han pasado junto a estas obras y ni siquiera saben que existen, lo único que por años se le ha dedicado a estas esculturas es indiferencia.
Ante esta situación, la gerencia del Centro Histórico de la Alcaldía Municipal puso en marcha una iniciativa que busca rescatar estas obras escultóricas de la ciudad y devolverles su esplendor y valor.
El proyecto de restauración y conservación de estos emblemáticos monumentos ya está dando sus primeros resultados. René Vallejo, gerente del Centro Histórico, dijo que esta es una iniciativa del alcalde Nasry Asfura, y que la primera obra que se restauró fue la del gran paladín centroamericano, las cuatro estaciones y la de Dionisio de Herrera.
Vallejo enfatizó que esta tarea aún no termina, ya que son al rededor de 75 piezas conmemorativas las que requieren atención y cuidado. Cabe mencionar que para hacer eficaz la protección de este patrimonio cultural debe haber una intervención por parte del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), porque es el ente que conoce con precisión el origen, historia y contexto de estos monumentos centenarios.
“Nos aseguramos de que las esculturas no pierdan su valor, además la ley del patrimonio cultural en el artículo 11 nos ampara ante esta intervención”, manifestó Omar Talavera, encargado de la unidad de inventario del IHAH.
Pero el esfuerzo puede ser infructuoso si a nivel de iniciativas municipales se preservan estas obras pero no se educa a la gente sobre su valor, y esto debe iniciar desde la escuela.
Alejandra Gámez, del IHAH, mencionó que todas estas figuras artísticas dan carácter e identidad a la ciudad. “Es triste saber que no le estamos prestando atención a este tema, si nosotros mismos no valoramos estas piezas artísticas difícilmente otras personas lo harán. Por esta razón, el IHAH está creando nuevas estrategias para batallar con este problema y confiamos que lo lograremos. También le pedimos a la población que se una para cuidar y proteger este patrimonio cultural”, expresó.