Parecen auténticas bolitas de algodón, apiñados unos a otros, así descansan en plantas tropicales (Heliconia) los murciélagos blancos de Honduras. Estos pequeños mamíferos derrumban los mitos de ser animales oscuros y chupa sangre. Miden unos 4 centímetros de longitud y es el único miembro del género Ectophylla, son de pelo blanco y solo se alimentan de frutas y vegetales.
Este angelical animal microquiróptero de la familia Phyllostomidae es llamado murciélago blanco hondureño (Ectophylla alba), y fue encontrado en las selvas del este de Honduras, además se han podido encontrar algunas especies en el norte de Nicaragua, este de Costa Rica y oeste de Panamá, se supone que su habitad se ha ido extendiendo, en zonas mayores a los 700 metros sobre el nivel del mar.
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Su pelaje blanco le sirve para reflejar la luz verde que se filtra a través de la hoja de la platanilla. Así se esconden agrupados, entre las hojas, y se protejan de depredadores que pueden atacar desde el suelo.
En mayo comienza la época de su reproducción, que concluye en agosto, por lo general solo dan a luz, una cría.
Según científicos aseguran que en un futuro cercano el murciélago blanco hondureño será clasificado como una especie en peligro. Esperemos que los esfuerzos de conservación se hacen suficientes para asegurar la supervivencia de esta especie única. Si miras uno, no lo toques, no invadas su hábitat.
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