Una máquina de escribir o una pluma, rodeado de libros, discos y adornos, eran el ambiente de las poetisas hondureñas, herederas de versos dulces que ahora son pinceladas vueltos poemas.
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Clementina Suárez
Nació el 12 de mayo de 1902 en Juticalpa, Olancho, y falleció en 1991, fue una poetisa hondureña de reconocimiento internacional, uno de los nombres fundamentales de la poesía hondureña de vanguardia.
Clementina Suárez, fue una Bohemia apasionada de los cafés. Desde muy niña se habituó a ir donde quería y hacer lo que le pareciera. No le molestaba ser la única mujer que frecuentaba el estanco de «Mamá llaca» en el Barrio La Ronda de Tegucigalpa.
A Clementina Suárez se le llamó la «Mujer Nueva» de Honduras. Vestía pantalones cortos y traje de baño; celebraba su cuerpo no sólo en su vida sino también en su poesía. Fue liberada, independiente y franca. Tegucigalpa se escandalizó y se intrigó por ella. Y aunque ella fue la primera mujer que publicó un libro en Honduras.
En diciembre de 1991 la delincuencia se ensañó con esta noble Poeta. El Poeta Roberto Sosa le hizo su última entrevista. Mujer y Poeta. O para ser más cabales con su indivisible condición humana: Mujer Poeta. Clementina Suárez es así: Mujer por la gracia de su sexo, el cual ha sabido enaltecer a niveles muy por encima del consabido muérgano; y Poeta por destinación inclaudicable, la única en su género que ha logrado aquí, hasta hoy, ejercer tal oficio con suficiente propiedad y transcendencia.
En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”.