Eran las 4 de la tarde del 10 de noviembre en el estadio Olímpico de San Pedro Sula, recinto deportivo que estaba en su máximo esplendor, de pronto, los protagonistas salen de los camerinos, las selecciones de Honduras y Australia, se apuestan en el campo y lo impensable sucedió.
El himno de Australia empieza a sonar, más de 38 mil almas se llamaron al silencio, con respeto y paz, el sonido de este cántico oficial inundó en los corazones de los asistentes, no hubo ruido, no hubo abucheo, simplemente hubo una fiel demostración de lo amigable y gentiles que pueden ser los hondureños.
Luego de terminar el himno de los australianos, al unísono, se aplaudió a los visitantes, seguramente la cara de los canguros fue de sorpresa, sobre todo, por lo que habían escuchado de esta patria, fue totalmente sorpresivo para ellos y hasta para nosotros.
Hubo respeto y además, hubo fervor al momento de entonar las sagradas letras del himno nacional de Honduras, hubo una cátedra de respeto y de pasión, este es el ejemplo que debemos repetir más a menudo.
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Después del partido, los australianos cambiaron una cosa sobre su visita sobre Honduras, y ahora ven a los hondureños con respeto y sobretodo con humildad. Los comentarios de parte de los australianos se dejaron venir.
Tim Cahill, estrella del fútbol australiano, dijo a su llegado al país de Oceanía, «Crédito a Honduras, especialmente con el himno nacional. Espero que podamos devolverles el respeto que su país tuvo con nosotros».
Así como este mensaje, hemos leído bastantes, pero la enseñanza es que pequeños detalles, hacen que la Real Honduras sea recordada.