El famoso chileno Pablo Neruda, seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto;(Parral, Chile en 1904 – Santiago de Chile, 1973) este poeta quien obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1971 y una de las máximas figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX se dejo seducir por la formidable historia del prócer hondureño, Francisco Morazán, quién en su honor, escribió el poema «Morazán».
Este poema se encuentra en la obra Canto General, décimo poemario de Pablo Neruda, publicado por primera vez en México, en los Talleres Gráficos de la Nación, en 1950, y que empezó a componer en 1938. Morazán es el poema número XXXI de su célebre obra «Canto General».
Canto General es una obra crónica histórica de América.
Cabe mencionar que Francisco Morazán fue un militar y político hondureño que gobernó a la República Federal de Centroamérica durante el turbulento periodo de 1827 a 1838. Morazán saltó a la fama internacional luego de su victoria en la legendaria Batalla de La Trinidad, el 11 de noviembre de 1827.
En el mes morazánico te dejamos este hermoso poema de Pablo Neruda honrando al paladín hondureño que soñó con una Centroamérica unida.
Morazán (1842)
Alta es la noche y Morazán Vigila
¿Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes.
Cinta central, américa angostura
que los golpes azules de dos mares
fueron haciendo, levantando en vilo
cordilleras y plumas de esmeralda:
territorio, unidad, delgada diosa
nacida en el combate de la espuma.
Te desmoronan hijos y gusanos,
se extienden sobre ti las alimañas
y una tenaza te arrebata el sueño
y un puñal con tu sangre te salpica
mientras se despedaza tu estandarte.
Alta es la noche y Morazán vigila
Ya viene el tigre enarbolando un hacha.
Vienen a devorarte las entrañas
Vienen a dividir la estrella
Vienen a devorarte las entrañas.
Vienen a dividir la estrella
Vienen
pequeña América olorosa,
a clavarte en la cruz, a desollarte,
a tumbar el metal de tu bandera.
Alta es la noche y Morazán vigila.
Invasores llenaron tu morada.
Y te partieron como fruta muerta,
y otros sellaron sobre tus espaldas
los dientes de una estirpe sanguinaria,
y otros te saquearon en los puertos
cargando sangre sobre tus dolores.