“¡Uweiriguni, aganba wamir, keimein sungubei, ítara la, uguchili Bungiu!”, exclamaba al unísono la hermandad garífuna congregada en el Santuario de Suyapa, en Tegucigalpa, mientras sonaban los tambores y las maracas.
Así, los devotos de esta etnia entonaban en su idioma las palabras de “¡Grandeza, escuchándolo, unámonos todos, amén, Dios Padre!”, durante el desfile para entregar las ofrendas típicas a la Patrona de Honduras. Y es que el octavo día de la novena a Santa María de Suyapa se celebró al ritmo de la punta, los cánticos efusivos y el sabor culinario del pueblo garífuna.
Ritual étnico y religioso
El hito milagroso, cuando la Virgencita se volvió hondureña, cumplirá próximamente 268 años, lo que significó motivo de alegría para la pastoral de esta etnia, conocida como garinagu.
Además de las peculiares ofrendas y las coloridas vestimentas, los fieles devotos trajeron desde Atlántida y la costa norte su espíritu festivo y fraternal.
Al momento del ofertorio, las damas de tez negra danzaron en el pasillo del templo, mientras llevaban en sus manos cestos con pan de coco, tabletas, kazabe, naranjas, montucas, entre otros productos de su tradición gastronómica.
El padre Miguel Leninhan, responsable de la pastoral garífuna y oficiante de la misa, recibió con el mismo gesto cultural las ofrendas, al elevarlas y balancearlas de un extremo a otro.
A pie del altar y cerca de la imagen de la Morenita quedaron las muestras de la herencia culinaria, como señal de agradecimiento por la protección maternal.
La solemnidad de la celebración eucarística se fusionó con los ritmos alegres y las entonaciones vivaces de los fieles garífunas, quienes plasmaron una devoción fraternal al tomarse de las manos durante los cánticos.
Mujer de nuestra raza
Para esta misa, a Suyapa se le festejó con el ceremonioso y honroso título de “Hiñora to lanina wagucha” (“Una mujer de nuestra raza”, en español).
Mauro Cálix, uno de los líderes de la pastoral garífuna, confió que ese es el objetivo de compartir sus raíces culturales con la Patrona de Honduras.
“Dios dice, y fue algo que Juan Pablo II ratificó, que todas las razas de la tierra deben alabar a Dios en su propia lengua”, concluyó el devoto, ataviado de una indumentaria aurinegra, denominada atuendo de los Reyes Negros, propia de los líderes.
“Fue una misa muy alegre, propia de la cultura garífuna, con muchos cantos y tambores, ellos expresan su fe con música, de una manera muy hermosa”, externó el padre Leninhan. Asimismo, exhortó a “promover el amor a María”, un mensaje que difunde al resto de los peregrinos que llegarán a la máxima celebración en honor a “la Morena”.
Tomado de Diario El Heraldo